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Vamos a tomar un 'variat'


Era un crío cuando los domingos íbamos al Bar Pita de la calle

San Magín con la familia para tomarnos un "variat", el aperitivo

antes de la paella de los domingos. Más adelante lo tomábamos

o loencargábamos en el Bar Pototeo. Nunca he probado un

calamar a la romana como el que preparaba Antonia.

Esa costumbre estaba enraizada en las familias y el "variat" de

los domingos se había convertido en una tradición. Y así era

también si te desplazas a algún pueblo de la isla y te parabas

en un bar a desayunar. Y la bebida "palo" con sifón, el aperitivo

típico de Mallorca de aquel entonces.

Me acostumbré a que cuando visitaba cualquier pueblo, lo

tomaría y me di cuenta de que a más de un foráneo le causa

repelús cuando lo prueba por primera vez. ¡Vaya mezcla!

¡Albóndigas, con calamar a la romana, o con callos, o ese

mejunje al que llamáis frito! ¿Cómo podéis poner ensaladilla

rusa con carne caliente? Me preguntó de manera despectiva un

amigo madrileño que estuvo de visita hace unos años. Ahora

cuando viene, siempre tenemos que ir a desayunar de un

"variadet".

Sí, un variado de cosas. A partir de la ensaladilla, callos, pica

pica de sepia, albóndigas, alguna croqueta, alguna pieza de

rebozado de verdura, coliflor o calabacín, riñones,

champiñones, frito mallorquín, lengua con alcaparras, carne en

salsa, y muchas más cosas que pueden formar parte de esta

exquisitez.

Los historiadores han dejado entrever que sus orígenes se

sitúan entre los años cincuenta y sesenta, cuando se recibía a

los primeros turistas y querían conocer la gastronomía a base

de porciones. Los bares se especializaron en crear tapas con los

platos más tradicionales. Posiblemente de manera casual a

alguien se le ocurrió preparar un poco de cada cosa y servirlo

todo junto, en una pequeña cazuela de barro. La mezcla de

ingredientes debió entusiasmar a los catadores y desde

entonces se institucionalizó "el variat", uno de los platos más

singulares de la gastronomía mallorquina.

A la hora de servir hay que completar los espacios del recipiente

junto a la ensaladilla (imprescindible), una tapa junto a otra y

una sobre otra, cuando ya no caben a lo ancho pues a lo alto,

coronado por una pieza de crujiente rebozado casero. Es

inesperada la cantidad de elementos y sorprendente la fusión

de gustos que se produce en el paladar.

Hace unos años parecía que esta costumbre se estaba

perdiendo, pero ha vuelto a recuperarse con fuerza, con

promociones, concursos y repercusión en los medios. Para

muchos se ha convertido en el desayuno o comida perfecta.

Es interesante consultar en una cuenta creada en Instagram:

@variatmallorqui, allí hay una amplia información sobre este

aperitivo, fotografías, consejos, opiniones, lugares donde acudir

a probarlo. Una magnífica difusión en redes sociales. 

Texto: Xisco Barceló